En lo alto de una colina sobre el valle del río Sió, en el municipio de Les Oluges, se encuentra una de las joyas histórico-arquitectónicas más importantes de Lleida, el pueblo de Montfalcó Murallat. Conocido por ser el mejor ejemplo de villa amurallada de Cataluña, todavía conserva los robustos muros de piedra que, en tiempos de la Reconquista, se alzaron para proteger al pueblo.
Las primeras menciones de Montfalcó Murallat se remontan al siglo XI, periodo en el que Bernat I, el conde de Berga, repobló esta región que anteriormente había estado habitada por los musulmanes.
A lo largo de los siglos, tanto la villa como el famoso castillo feudal de Montfalcó pasaron por las manos de varias familias, como la casa Cardona y la casa Medinaceli. Además, este pueblo amurallado sirvió como refugio para los soldados durante la Guerra de los Segadores (1640 - 1659), dada su posición estratégica.
A continuación nos trasladamos a Verdú uno de esos pueblos fiel reflejo del carácter medieval de muchas de las poblaciones de esta zona, representa uno de los últimos baluartes de la cerámica negra en la Península Ibérica, en lo que es la manifestación de una técnica y una cultura milenarias que están en peligro de desaparecer.
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